miércoles, 27 de diciembre de 2017

De nuevo, rumbo a la Antártida

Escribo esta entrada del blog de forma un poco apresurada, a escasas horas del embarque en Ushuaia en nuestro buque Hespérides rumbo hacia la Antártida y en nuestro caso a la base Gabriel de Castilla donde en los próximos casi dos meses seguiremos trabajando para desentrañar los secretos de la vida de los pingüinos y lo que de ellos podemos aprender para valorar los cambios ambientales que están sucediendo en la Antártida.


Hacía cuatro años que no pasaba por esta ciudad, una de las llamadas puertas a la Antártida junto con Punta Arenas en Chile, Christchurch en Nueva Zelanda y Cape Town en Sudáfrica. Ushuaia continua básicamente igual, se respira en sus calles una curiosa mezcla formada por los integrantes de expediciones científicas a la Antártida, turistas que visitarán el continente en los imponentes cruceros y turistas que disfrutan de las actividades que esta región remota del planeta, la ciudad más austral del mundo, ofrece. Algunos edificios abandonados se han renovado y acogen nuevos negocios, algunos lugares que a los que venimos con cierta frecuencia nos servían de referencia han desaparecido. Es el retrato de una ciudad vital que no quiere perder el ritmo de los tiempos. 


Al pie de las últimas estribaciones de los Andes que le sirven de fondo y a orillas del Canal Beagle, donde a principios del siglo XIX navegó el buque del mismo nombre y en el que estaba embarcado un joven Charles Darwin, Ushuaia continúa siendo una evocación de aventura y naturaleza en la que merece la pena detenerse unos días y disfrutar de su naturaleza.


Para nosotros Ushuaia significa el principio o el final de una  campaña. Este año comenzamos aquí nuestra andadura y comenzamos el blog de la campaña entremezclado con las anteriores entradas sobre la vida en las pingüineras que en breve podremos narrar en directo. Nos esperan dos meses llenos de emociones, días duros e intensos pero muy gratificantes, y sobre todo y lo más importante mucha ciencia por hacer y hechos por descubrir. Esa es nuestra misión, en ella pondremos todo nuestro empeño y aquí lo iremos contando. Os invitamos a permanecer atentos y vivir con nosotros esta fantástica aventura.





martes, 5 de diciembre de 2017

Diario de un pingüino II: las pingüineras despiertan del letargo





Ha comenzado el mes de diciembre y los pingüinos continúan su actividad durante la etapa reproductora. Desde su llegada de la que ya dimos cuenta en la anterior entrada hasta ahora, los pingüinos han encontrado a su pareja del año pasado. Estas aves son monógamas de larga duración, es decir continúan con la misma pareja año tras año y aunque durante el invierno no mantienen ningún vínculo, cada primavera vuelven a reunirse en las mismas colonias de cría que actuan como punto de encuentro. Primero llegaron los machos y alrededor de una semana mas tarde llegaron las hembras. Los que no han encontrado a la pareja del año anterior o es su primer año como reproductores ya han conseguido emparejarse. Las pingüineras han pasado de ser un totum revolutum sin orden ni concierto a un espacio perfectamente ordenado donde los nidos son totalmente reconocibles por la presencia de los dos miembros de la pareja y que van conformando cada una de las colonias de cría. Cada una de ellas puede tener un número de nidos variable desde una docena a varios cientos o incluso miles. El conjunto de las colonias es lo que finalmente forma la pingüinera donde pueden reunirse hasta cientos de miles de parejas de pingüinos.

 
Los pingüinos han construido el nido aproximadamente en el mismo sitio donde lo tenían el año anterior, para lo cual han excavado una pequeña depresión con las patas y la han rellenado con pequeñas piedras que servirán para aislar a los huevos y posteriormente a los pollos del agua de la fusión de la nieve o de la lluvia. 

Esta tarea de rellenar el nido de piedras y de mantenerlo con el suficiente tamaño conlleva una gran parte de su actividad, recogiendo piedras de suelo con el pico o robándolas de los nidos de sus vecinos y transportándolas hasta su nido. Esto hace que durante esta etapa y debido a los robos de piedras haya un buen número de peleas entre ellos. 

Durante esta fase se producen las cópulas que darán paso a la producción de los huevos por la hembra y posteriormente a la puesta e inicio de la incubación.

 
Durante el inicio de esta etapa se da una mayor frecuencia de tiempo en la que ambos miembros de la pareja permanecen juntos en el nido con lo que se disminuye la posibilidad de cópulas con otros individuos de la colonia, de hecho en los pingüinos es una de las más bajas entre las aves coloniales.


Las tareas de incubación se reparten más o menos por igual entre machos y hembras y mientras que uno de ellos está en el nido incubando el otro está en el mar pescando estableciéndose relevos que pueden durar varios días.
Esta es pues la situación que observamos justo en este momento a principios de diciembre y que dará paso a la eclosión de los huevos y nacimiento de los pollos, y que cambiará por completo el aspecto y la dinámica de las pingüineras. Pero para eso tendremos que esperar todavía algunas semanas.