martes, 25 de diciembre de 2018

UNA NUEVA CAMPAÑA. LLEGADA EN AVIÓN A LA ANTÁRTIDA


Una nueva campaña, un nuevo viaje. Será la decimotercera vez y como en el resto de las ocasiones, las ganas de trabajar y disfrutar de la Antártida son iguales que la primera ocasión que tuve el privilegio de viajar hasta estas regiones. No hay monotonía, cada año las cosas son diferentes, por supuesto los objetivos científicos, en algunos años son las zonas donde trabajar pero también en otros es la propia logística, el modo de viajar y de llegar.  En esta ocasión la entrada a la Antártida la hacemos en avión desde Punta Arenas. 

Vista general de Punta Arenas, puerta de la Antártida
Se trata de un avión Hércules de las Fuerzas Aéreas Uruguayas, un avión como los que vemos en las películas que transportan a los soldados y expedicionarios. Buena forma de ambientarse y comenzar una campaña en la Antártida. 

Hércules de la Fuerza Aérea de Uruguay en la pista del aeropuerto de Punta Arenas










El Hércules es un avión espartano, nada de lujos innecesarios. Asientos corridos de malla a los costados y en medio del habitáculo, cables y mecanismos y casi todas las tripas del avión a la vista. No hay azafatas y no hay baño, aquí tienes que venir con los deberes hechos o vas a tener un problema durante las horas que dura el viaje. Tampoco hay calefacción, así que llevar la ropa adecuada es una cuestión que hay también hay que tener en cuenta. 

Un ruido ensordecedor procedente de las hélices que impulsan la aeronave te envuelve e impide cualquier conversación, y solo deja espacio para intentar escuchar música y sobre todo leer, leer y escribir. Compartimos el espacio con la carga que se haya perfectamente estibada y sujeta, bidones, maletas, cajas. 

Un reducido número de pequeñas ventanas nos permite ver allá abajo el temido paso del Drake, también llamado Mar de Hoces. Esta vez lo cruzaremos rápido, tan solo en tres horas, a diferencia de los tres días que se tarda cuando se cruza en barco y sobre todo sin ese vaivén habitualmente desatado que convierte la navegación en una montaña rusa continua. Volamos rumbo sur a unos 2300 metros de altura, muy por debajo de la altura a la que vuelan los reactores lo que nos permite apreciar perfectamente el océano, divisar el primer iceberg desde el aire y a medida que nos acercamos, el rosario de islas que forman el archipiélago de las Shetlands del Sur, nuestro destino.

Después de una espera de casi una semana en Punta Arenas mientras que las condiciones para el vuelo y sobre todo para el aterrizaje eran adecuadas, ha llegado el momento, y tras caminar por la pista abordamos nuestro transporte, nos acomodamos y al cabo de unos minutos el avión se desplaza por la pista para despegar. Es una carrera pesada que recuerda al lento despegue de los albatros.

Embarque en el aeropuerto de Punta Arenas
Nuestro destino es el aeropuerto chileno situado en la isla de Rey Jorge, en realidad poco tiene que ver con lo que habitualmente conocemos como aeropuerto. Se trata de una pista de aterrizaje de tierra, algunos hangares, un pequeño edificio y la familiar figura de la torre de control. Este aeropuerto construido en 1969 es una de las puertas de entrada más utilizadas a la Antártida, tanto por los programas antárticos de investigación como por algunos viajes turísticos. 

Alrededor del aeropuerto se sitúan ya algunas bases antárticas como la base chilena Escudero y la base rusa Bellingshausen, pero en sus cercanías se sitúan un buen número de bases de países como Uruguay, Perú, China, Korea o Argentina. Más alejadas pero todavía en la misma isla están las bases de Brasil y Polonia. Es la zona de la Antártida con mayor concentración de bases.
Después de varios días con una niebla persistente, la culpable de nuestra espera en Punta Arenas, el día ha mejorado sensiblemente pero lo suficiente para permitir aterrizar. El aterrizaje se hace de forma visual y por eso es crucial que las condiciones sean las adecuadas, no es la primera vez que algún avión no puede aterrizar y debe volver de nuevo a Punta Arenas desandando el camino sobre el Drake para frustración de todo el pasaje. Pero la seguridad siempre manda. En esta ocasión tenemos suerte y podemos aterrizar. Después de varios días con el aeropuerto cerrado por baja visibilidad, una caravana de aviones va llegando aprovechando la ventana de buenas condiciones ya que según las previsiones no volverán a darse en varios días.
La llegada a la Antártida en avión significa darte de bruces con esta región. En barco después de varios días navegando, el frió y el viento se va percibiendo de forma más o menos gradual, pero en el avión sales y de repente el viento azota tu cuerpo, el frío se te mete por cualquier recoveco y los copos de nieve revoloteando se te clavan en la cara como pequeños alfilerillos. Ya estamos en la Antártida, y este será el escenario que nos acompañará en los próximos meses.Viento, frío y humedad.

Llegada a la isla de Rey Jorge (Shetlands del Sur, Antártida)
El ambiente en la bahía cercana al aeropuerto está muy animado, varios barcos científicos y turísticos esperan a los pasajeros que han llegado en los aviones y un continuo trasiego de zodiacs va y viene desde la costa a los buques. En nuestro caso, nos espera nuestro buque, el Sarmiento de Gamboa que por tercera vez navega por estas aguas australes y que llevará el peso de la primera parte de la campaña. Al cabo de un tiempo de aterrizar y después de que con ayuda de nuestros amigos uruguayos podamos llegar a la playa, las zodiacs del barco nos recogen y en unos minutos estamos a bordo en un cálido y agradable ambiente.

Buque Sarmiento de Gamboa
Rápidamente ponemos rumbo a la isla Livingston donde tras 8 horas de navegación algunos compañeros con los que hemos compartido el viaje desde España y la espera en Punta Arenas bajarán a su destino en la base Juan Carlos I. Los demás continuaremos varias horas más hacia la base Gabriel de Castilla en la isla Decepción. En esta ocasión la llegada a isla Decepción coincide con la apertura de la base e implica el desarrollo de un protocolo especial dado el carácter de volcán activo que tiene la isla. El año pasado también me toco asistir a la misma liturgia. Inspección previa de la isla por el exterior e interior, toma de datos para verificar la actividad volcánica y a partir de ahí el establecimiento del semáforo del volcán. Para ello contamos con unos verdaderos expertos, el equipo de vigilancia volcánica de la Universidad de Granada.

Primer desembarco en isla Decepción de la campaña 2018/2019 
Una vez que todo indique que no hay ningún peligro, queda poner en marcha la base, comprobar que los motores funcionan y hay calefacción y electricidad, que la base tiene agua y que los sistemas de comunicación están a punto. Después la descarga de material, víveres y combustible para los próximos meses. Es crucial la participación de la dotación del Ejército de Tierra que se encarga de que todo este listo, funcionando y que nosotros solo tengamos que preocuparnos de nuestro trabajo. Un verdadero privilegio.
Llegamos el 24 de diciembre, hoy es Navidad y en eso estamos, el semáforo volcánico es verde y se esta descargando, la base comienza a desperezarse después del letargo invernal.
Prácticamente todo listo para unos meses de intensa actividad, trabajo y nuevas vivencias que sumar a las de otros años. Seguiremos contando nuestras peripecias y os animo a visitar las entradas de otros años donde podéis encontrar mas detalles de nuestras andanzas y de la vida de los pingüinos

!!FELIZ NAVIDAD¡¡

martes, 24 de abril de 2018

Diario de un pingüino IV: Las pingüineras se quedan solas


nido de pingüino barbijo en fase de guarda

Fue hace ya un par de meses cuando contamos cual era el estado de las pingüineras en la Antártida y dejamos a los pingüinos a punto de concluir la primera etapa de la reproducción una vez nacidos los pollos, el llamado periodo de guarda, y de comenzar la siguiente fase, la guardería. 

La guardería hace referencia precisamente a la situación en la cual los dos adultos que han estado presentes de forma alterna en el nido cuidando de los pollos, deciden dejarlos solos e ir ambos al mar a por el alimento. De repente los pollos, ya con unos treinta días, y que siempre habían tenido al padre o la madre junto a ellos se encuentran solos y comienzan a moverse a los nidos cercanos en busca de un adulto con el que sentirse seguro. Sin embargo, pronto va a descubrir que el pretendido refugio no es mas que una fuente de desagradables experiencias al ser picoteado con insistencia por esos adultos. Poco a poco aprende que lo mejor es quedarse quieto a una prudente distancia de los nidos cercanos. Afortunadamente la sincronía en una buena parte de las parejas permite que estos pollos no sean los únicos que se quedan solos en el nido, sino que un gran número los acompañen en esta situación, y es en ese momento cuando se van acercando unos a otros y se forman las denominadas guarderías que no es otra cosa que pequeñas aglomeraciones de pollos donde entre si se dan calor y donde se protegen en el interior de las colonias de los ataques de los skuas. 


Guarderia de pollos de pingüino barbijo
En este periodo las pingüineras cambian radicalmente su aspecto y de una agrupación de nidos perfectamente ordenados pasa a ser un caos donde los nidos han desaparecido, los adultos ya no siguen aportando piedras y acondicionándolos, y donde se pueden ver grupos de pollos y pocos adultos que se mueven en su interior sin aparente orden. En esta situación surge un claro problema, mientras que antes los adultos llegaban al nido y encontraban a su pareja y a los pollos para alimentarlos, encontrar el nido ahora resulta más complicado. 

Esto provoca que el ruido de la pingüinera se incremente considerablemente ya que la localización de los pollos entre el totum revolutum que se ha convertido la colonia, se realiza a base de graznidos. La escena es la de la llegada de adultos procedentes del mar con el ansiado alimento que más o menos en el lugar donde se encontraba el nido comienzan a llamar a sus pollos para darles de comer. El encuentro se produce con facilidad pero con frecuencia hay pollos intrusos que pretenden engañar al adulto como si fueran sus hijos y se acercan pidiendo comida, lo único que consiguen es un picotazo o un aletazo, pero el hambre hace fuerte a la osadía y quizás sus padres se están retrasando más de la cuenta, así que había que probar suerte. 

Final de una carrera para alimentar a los pollos
Una vez localizados los pollos es cuando se da uno de los comportamientos más pintorescos de los pingüinos, las carreras. La pingüinera se ha convertido en una suerte de estadio de atletismo donde grupos de tres pingüinos, un adulto delante y dos pollos detrás, corren durante unos metros. Cuando parece que el adulto va a dar de comer al pollo, en lugar de regurgitar un buen montón de krill, de repente inicia una carrera y a los pollos hambrientos no les queda más remedio que salir desesperadamente detrás intentado llegar antes que su hermano. Parece que la función de estas carreras es identificar al pollo más hambriento y también al que está demasiado débil, si uno de los pollos no tiene demasiada hambre no va a correr tanto como el hermano que intentará llegar al adulto a toda costa. Por otra parte si uno de los pollos está enfermo o tiene algún problema que le impida correr, el padre decidirá de esta manera que no merece la pena invertir en él y dedicará sus esfuerzos al otro hermano. Así es la naturaleza, rentabiliza los esfuerzos implacablemente.
Con este ajetreo discurre el tiempo en las pingüineras durante otros 20 días más, tiempo en el que los pollos cambian el ralo plumón gris por un plumaje de tono azul eléctrico de aspecto semejante al de los adultos y que en el proceso les deja cómicas apariencias con crestas, o restos de plumas distribuidas desigualmente. 


Pollos de pingüino barbijo a punto de irse al mar
Llega entonces el momento en el que los adultos abandonan definitivamente a los pollos y no vuelven a cebarles y éstos comienzan el peregrinaje hacia la costa para lanzarse al mar por primera vez y buscar el alimento por ellos mismos. La playa de la pingüinera se llena de pollos con aspecto despistado que se van juntando en grupos sin terminar de tomar la decisión de echarse al mar. Es un momento complicado que aprovecha su principal depredador en el mar, la foca leopardo, para dar cuenta de alguno de ellos.

 Poco a poco las colonias de la pingüinera se van quedando vacías y toda la vida se concentra en el borde del mar. 

Pero todavía queda un último cambio antes de que las colonias de cría se queden definitivamente en soledad, y es la muda del plumaje de los adultos que durante un par de semanas han estado engordando en el mar para poder afrontar este periodo en el que durante otras dos semanas estarán perdiendo las plumas antiguas cambiándolas por unas nuevas en perfecto estado que aseguren su protección frente a las aguas frías y las duras condiciones invernales. La pingüinera se convierte en esta etapa en un espectáculo de miles de pingüinos quietos en posición erguida mientras las plumas caen dejando pequeños montoncitos blancos sobre el suelo al que dan un aspecto niveo, al tiempo que el viento las levanta formando remolinos como si de una ventisca se tratara. Una vez los adultos tienen su nuevo plumaje listo se van al mar abandonando definitivamente las colonias de cría que quedan en silencio esperando el paso del invierno y la llegada de la primavera para cerrar el ciclo con la llegada de nuevo de los pingüinos para comenzar una nueva etapa reproductora



viernes, 2 de febrero de 2018

Diario de un pingüino III: la pingüinera en efervescencia


Dejamos la pingüinera hace algo más de un mes a la espera del nacimiento de las crías. Es este un momento crucial en todas la aves, la eclosión. Poco a poco siguiendo una gradación que va desde los individuos más tempranos cuya eclosión comienza a mediados de diciembre hasta los más tardíos que pueden llegar a eclosionar en la primera semana de enero pasando por los que se situan el pico de eclosión alrededor de la navidad, la pingüinera se puebla de nuevos habitantes que aparecen en los nidos cubiertos de un plumón aterciopelado o quizás debería decirse "atercioplumado".

Aspecto de la una colonia al principio de la eclosión de los huevos

A partir de este instante, las pingüineras cambian radicalmente, los intercambios de las parejas para la incubación que se extienden a varios días cambian a una frecuencia diaria que puede llegar hasta recambios cada 7 horas y donde uno de los padres va al mar para conseguir el preciado krill con el que alimentar a los recién nacidos, mientras el otro le aporta el calor y la protección necesaria frente a la amenaza constante del skua que aprovecha cualquier descuido para robar el pollo del nido. Ambos padres comparten en igual proporción el cuidado de las crías.

Nido de pingüino barbijo con sus dos pollos de varios dias

Este incremento de la frecuencia de idas y venidas al mar lo aprovechan también otros depredadores como la foca leopardo que ve como aumenta la probabilidad de dar caza a sus presas preferidas: los pingüinos.

Foca leopardo cazando un pingüino
A partir de este instante el cambio en la pingüinera es continuo, los pollos crecen y en los primeros 35 días siempre cuentan con la protección de uno de los padres que se queda en el nido. Pasados esos 35 días, justo lo que está sucediendo en estos días y cuando los pollos tienen ya un cierto tamaño los padres les dejan solos en el nido y es cuando se forman agrupaciones de pollos en el interior de la colonia que denominamos “guarderías”.  Los padres siguen volviendo a darles de comer pero ya no se quedan en la colonia por mucho tiempo.
Poco a poco las colonias pasan de esas agrupaciones de pingüinos ordenados cada uno en su nido, a un totum revolutum de animales moviéndose de un lado a otro de la colonia y donde ya no queda ningún rastro de los nidos.

Aspecto de una guarderia de pingüino barbijo
Una vez que los padres llegan a la colonia localizan a los pollos por medio del sonido, les dan de comer y vuelven de nuevo al mar. En este tiempo los pollos comienzan a cambiar el plumaje asemejándose a los adultos aunque con un color azulado en lugar de negro. Es el primer síntoma de que el tiempo de permanencia continuada de los pingüinos en tierra se acerca a su fin, pero para ello faltan todavía algunos días.





martes, 2 de enero de 2018

Isla Decepción de nuevo

El comienzo del año es siempre un punto de inflexión en el que plantearse nuevas metas, cambios, retos… Para nosotros no ha sido así, ha significado un punto de partida, bueno, en realidad ha sido un punto de llegada y es que después haber realizado una travesía del paso de Drake o del también llamado mar de Hoces de dos días y otros dos días en la isla Livingston descargando el material de la base Juan Carlos I, a las 7 de la mañana de este primero de enero de 2018 hemos llegado a la isla Decepción donde permaneceremos las próximas seis semanas.

Albatros de ceja negra en el paso del Drake
La primera llegada de la campaña para realizar la apertura de la base Gabriel de Castilla no es una cuestión que pueda tomarse a la ligera, como ya se ha comentado en este blog, esta isla es uno de los dos únicos volcanes activos de la Antártida y el único volcán activo del mundo cuyo interior es navegable. Es por tanto un lugar donde es necesario tomar precauciones para reducir cualquier riesgo al mínimo. Para ello está establecido un estricto protocolo de reconocimiento de la isla llevado a cabo por el equipo de vulcanólogos de la expedición, primero por el exterior y después por el interior, para comprobar que no hay ninguna señal reciente de un aumento de la actividad volcánica. 

El saliente rocos de Morro Bailey en isla Decepción

  
Zona de Terraza Kendall en isla Decepción


La navegación alrededor de la isla para el reconocimiento exterior nos ha ofrecido una oportunidad única que no se disfruta en el resto de ocasiones que el barco llega y nos ha permitido conocer rincones de la costa que no habíamos visto nunca. 





Pingüinera de Vapour Col vista desde el mar



También entre la bruma, hemos podido ver la pingüinera donde  trabajamos desde una perspectiva diferente, la misma que tienen los pingüinos cuando después de una jornada pescando vuelven hacia las colonias de cría. 

Mientras navegámos nos esperaba una grata sorpresa gracias a la dotación de guardia en el puente de mando del Hespérides: escuchar en directo el concierto de Año Nuevo. Presenciar las costas nevadas, los glaciares, las islas de los alrededores e incluso alguna ballena, a la vez que se escuchaban las notas de valses y polkas en una ocasión tan especial no tiene precio y es una vivencia que seguro siempre nos va a acompañar.

Surtidor de una ballena jorobada o jubarta
Fuelles de Neptuno desde el interior de isla Decepción
Una vez finalizado el reconocimiento, el protocolo continúa, el barco navega hacia el interior de la isla pasando entre los impresionantes fuelles de Neptuno y lentamente se va aproximando al lugar de fondeo enfrente de lo que será nuestro hogar para las próximas semanas, la base Gabriel de Castilla. La visión de la base asomando al fondo de la isla a medida que el Hespérides avanza genera diversas emociones, para los que llegan por primera vez la curiosidad y la expectación; para los veteranos los recuerdos de muchas campañas previas donde hemos pasado grandes momentos con muy buenos amigos que no tienen nuestra suerte de volver, y para todos, las esperanzas puestas en poder cumplir los objetivos científicos que nos hemos marcado y que nos han traido a estas latitudes.

Buque oceanográfico Hespérides


Base Antártica Gabriel de Castilla





Fondeado el barco, los vulcanólogos bajan a tierra y durante unas horas colocan un sismógrafo que recoge los datos de la actividad sísmica de la isla. Después de analizarlos se decide si finalmente es posible realizar la apertura de la base e iniciar la descarga del material y del personal.

En esas estamos en este momento, descarga de material, alimentos, combustible. A partir de mañana, día tres de enero, bajaremos a tierra y para nosotros comenzará de nuevo la aventura. De nuevo en isla Decepción.